Enrique Cobo
Los ayuntamientos son los cimientos de lo mejor de nuestro sistema político: la democracia. Sobre ellos podría descansar gran parte de la fuerza institucional del sistema democrático si estructura institucional se hubiera montado sobre la misma lógica que constituyo los ayuntamientos, como instituciones cercanas a los ciudadanos en cuyo ámbito los vecinos tienen o pueden tener información contrastada de lo que les interesa, pueden conocer a quienes les quieren representar, de las personas que les representan. Son instituciones en las que las técnicas de la democracia, las bases que la constituyen son más claras de aplicar cara a una mayor conjunción entre representantes y representados.
19 de marzo de 2019
Los ayuntamientos son los cimientos de lo mejor de nuestro sistema político: la democracia. Sobre ellos podría descansar gran parte de la fuerza institucional del sistema democrático si estructura institucional se hubiera montado sobre la misma lógica que constituyo los ayuntamientos, como instituciones cercanas a los ciudadanos en cuyo ámbito los vecinos tienen o pueden tener información contrastada de lo que les interesa, pueden conocer a quienes les quieren representar, de las personas que les representan. Son instituciones en las que las técnicas de la democracia, las bases que la constituyen son más claras de aplicar cara a una mayor conjunción entre representantes y representados.
Yo
fui feliz de alcalde. Serlo en
Motril y de la forma en que concretamos
nuestras relaciones las instituciones y los ciudadanos hizo posible que
hiciéramos frente a muchas aspiraciones y sobre todo a que nos sintiéramos bien
entonces y ahora, contentos de haber vivido aquella aventura de los primeros
ayuntaminientos democráticos. Me sentí
querido y respetado y sé que los ciudadanos se sintieron importantes, poderosos
y que dependían de sí mismos. Éramos leales con nuestro pueblo porque el poder lo tenía el pueblo en un
sentido mucho más verdadero que en otras relaciones en otras instituciones.
Aprendimos juntos a que se pueden hacer muchas cosas si vamos juntos y también
es verdad que nos quitamos el muermo de la impotencia.
Quizá
la característica más original de los ayuntamientos como institución
democrática es que puede ser verdad que a una comunidad TODO LO HUMANO LE IMPORTA, que todo lo que afecta a los
ciudadanos es de competencia municipal, bien
porque tienes medios para ello y la ley te atribuye esa competencia o bien
porque tienes fuerza para luchar para que otras instituciones titulares de tal
competencia satisfagan las aspiraciones de la gente. También en ese ámbito nos
sentimos mas capaces de relacionarnos con otros poderes no institucionales
porque uno de los papeles que puede desempeñar un ayuntamiento es dar protagonismo, representar a los que
no pueden construir la ciudad pero que son los que la viven, ordenar el
uso de los espacios, de los recursos, del ordenamiento urbanístico de acuerdo con los
destinatarios de sus usos pero que no pueden hacer la ciudad, poniendo limites
a otras ambiciones de los que tienen los medios para construir la ciudad desde
su particular perspectiva e interés.
Sin
duda lo más relevante de la institución municipal es la fuerza de la democracia
en su significado más limpio, la fuerza de la soberanía popular. El
ayuntamiento es el ámbito en el que se dan las circunstancias para que se pueda
expresar de forma más nítida y cualificada esta fuerza a la que hemos entregado
nuestro futuro.
Creo
que en general, sin matices, el cambio operado en España por causa de
la democracia municipal ha ido espectacularmente a mejor quizá porque nos
permitió usar una fuerza democrática muy poderosa que debería
seguir teniendo en los municipios una instancia capital para su desarrollo,
para la acumulación de las fuerzas para la democracia.
Sin
embargo considerar a los ayuntamientos como instituciones base para sostener el
edificio de las instituciones del estado de derecho se quebró al emplear otros
principios para subir desde la base municipal. De hecho a ese poder local se le aisló como poder
democrático para colaborar con las otras instituciones no dependiendo de ellas
sino compartiendo la construcción del bien común. Las Diputaciones obedecen a
valores propios del momento en que se crearon. Se querían unas administraciones
más eficaces, más controlables desde el poder central con la lógica centralista de hacer llegar a los
territorios los servicios mínimos
indispensables e incluso planificar el desarrollo económico y de servicios en
territorios construidos con la lógica del sistema político y económico del
momento en que se crearon las Diputaciones, momento que perseguía el orden y el
control de un estado centralista: “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Sin
embargo los valores constitucionales, los valores de la democracia hubieran
tenido su desarrollo lógico en que la más próxima institución supramunicipal
fuera también fruto de la democracia de elección directa. Si hubiera sido así -o
cuando pueda ser así- la lógica del sistema democrático nos lleva a pensar en
LA COMARCA como institución fruto del
ejercicio del voto directo y democrático de una serie de ciudadanos vecinos de
sus ayuntamientos que para hacer posible
algunas de sus aspiraciones construyan un ámbito más apropiado que el de cada ayuntamiento por sí mismo.
Creo
que la comarca es una institución a la que se aspira lógicamente, pero a la que
se le pretende dar salida a través de las “mancomunidades” manteniendo las Diputaciones con un
importantísimo papel en las provincias aunque no disfruten del principio existente
en las demás instituciones democráticas: Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y
el Estado. La “lógica” de nuestro sistema constitucional es que las
instituciones democráticas se forman a partir del voto directo de los
ciudadanos y con los objetivos y con las competencias y recursos que les diera
su carácter plurimunicipal. Siguiendo con esa “lógica” podríamos deducir que
deberían ser la circunscripción para la elección de los representantes en las
otras instituciones, tanto de los Parlamentos de las Comunidades Autónomas como
para El Congreso y el Senado.